lunes, 30 de junio de 2014

(In)equidad en el SNS y gestión de las competencias sanitarias

Hace unos días, en una rueda de prensa de una sociedad científica, la relativa placidez de la presentación de resultados sobre (in)equidad asistencial se vio quebrada por la entrada en juego de un invitado inesperado: la transferencia de competencias sanitarias. Generó revuelo porque los portavoces de la sociedad no se pusieron del todo de acuerdo ni sobre sus consecuencias ni en sus declaraciones; de hecho, dos de ellos continuaron compartiendo sus divergencias, en un tono algo crecido, cuando acabó el acto y los periodistas, tras hacer unas cuentas preguntas, ya nos estábamos retirando. La discusión está ahí; también entre los profesionales.

Antes de seguir, recomiendo un enlace que me he encontrado. Pertenece a una entrada del blog-opinión que tenía Mónica Lalanda (síguela en twitter) en un conocido medio. El titular quizá se va de madre (autonomías, el cáncer de la sanidad), pero expresa que el debate lleva mucho tiempo enquistado. Pasen y lean.

Uno de los dibujos de la sinpar Mónica Lalanda, puede ilustrar lo que comento. Aquí sí pero allí no, acá así y allá asao...
Espero que no le moleste que lo tome prestado ;) Aquí, más ilustraciones suyas

Vuelvo a mi cosecha. Ahí sigue, la eterna pregunta soterrada, el debate que no acaba de estar en la palestra, lo que se debate con la boca pequeña, lo políticamente incorrecto porque, entre otras cosas, entran en juego criterios ideológicos frente a los puramente sanitarios. ¿Ha hecho bien al SNS la trasferencia de competencias sanitarias? ¿Se estaba mejor con el Insalud? ¿Se ha mejorado? ¿Hay realmente 17 sistemas de salud? ¿Funcionan las transferencias y es sólo una gestión mejorable lo que las pone en duda? Falta claridad en la defensa de una u otra postura (o la intermedia, todo es matizable). Vaya por delante que no defiendo la devolución de competencias, sino una mejora de la situación actual (seguro que hay diversas soluciones más allá de la recentralización).

No viví profesionalmente le época del Insalud, ni siquiera los primeros años en los que las autonomías se hicieron con las competencias sanitarias. Sólo tengo la lectura personal de la actualidad, y lo que está claro es que hay desigualdades. Muchas y varipintas, algunas sangrantes. Sé que tiene que haberlas, porque la equidad absoluta es poco menos que un sueño.

Sé que siempre habrá mejores hospitales y centros de salud que otros, y de hecho es que tiene que haberlos. Sé que siempre habrá autonomías con más capacidad económica, mejor gestión y mejores políticos que otras. Pero no me gustan los 'laissez faire, laissez passer' sanitarios. En el modelo que dictan nuestras leyes, que además es el que promulgamos -más con palabras que con hechos-, cualquier ciudadano de cualquier autonomía debe ser igual que otra persona en otra región. Y no lo es. ¿O sí?


Son sólo unos ejemplos: la inequidad sanitaria está en la prensa día sí día también.
De forma cíclica, recurrente y repetitiva.


No es que no se denuncien las inequidades o desigualdades evitables entre autonomías. Se hace, en mayor o menor medida. Los clínicos y los pacientes lo critican, y los políticos... Recurren a la justicia para que decida. Pero da igual: al día siguiente cae otra nueva injusticia. Por cierto: ¿Es normal que el Tribunal Constitucional tenga decenas de decisiones judiciales pendientes para saber si es una autonomía, o si es el Estado, el que es competente en una materia? Igual deberíamos tenerlo claro de antemano, y dejarnos de recursos y fallos que entran en la forma, pero rara vez en el fondo de la cuestión. Jubilaciones, pagas extra, fármacos...

No voy a entrar en si la subasta andaluza o los equivalentes terapéuticos valencianos son buenos o malos (por poner los dos ejemplos de los que más se habla), porque, entre otras cosas, me falta formación para analizarlo a fondo, pero sí tengo claro que no me gusta que un paciente de una ciudad no tenga el mismo acceso al sistema y lo que éste ofrece que otro de otra ciudad.

Resulta que si vives en el País Vasco, Extremadura, Madrid o Castilla-La Mancha, no tendrás que pagar el famoso copago por fármacos de dispensación hospitalaria (si es que alguna vez entre en vigor). Resulta que si resides en Córdoba, es posible que sólo puedas optar a una terapia en una determinada patología, en vez de disponer de 4 o 5 alternativas. Resulta que si vives en X, tienes acceso a tal fármaco oncológico, aprobado por la Aemps, pero que no está disponible en Y. Resulta que si vives en Navarra, puedes comprar en farmacias la vacuna de la varicela (ya no, pero ha sido así durante meses). Resulta que...(fill the gap, por no poner yo más ejemplos).

Un ejemplo: Mapa-semáforo elaborado por Médicos del Mundo sobre la aplicación del real Decreto 16/2012 de reformas y sostenibilidad sanitaria. Se refiere a la posible exclusión de ciertos colectivos (en rojo, las CCAA que han aplicado fielmente la norma; en amarilla, las CCAA que la han sorteado con leyes autonómicas complementarias, y en verde, las que, de entrada, han obviado su aplicación).
Lo cito sólo como ejemplo de cómo en España puede haber diversos colores que definan la desigualdad sanitaria entre autonomías.

Si queremos que estas diferencias nos dejen de importar, y convertirlas en algo normal a lo que haya que acostumbrarse hasta aceptarlo, dejemos de vender que sólo hay un SNS y de decir que el Ministerio controla la sanidad nacional. Si nos parece bien que una comunidad dé más o menos oportunidades que su vecina, cambiemos las leyes y el sentir general, y promulguemos un modelo en el que esto sea legal y en el que lleguemos a ver bien que estas cosas sucedan. Igual nos acostumbraríamos.

Pero mientras el modelo no cambie, mientras el Ministerio tenga más fuerza que una consejería, y mientras la mayoría siga defendiendo día tras día la equidad entre territorios, habrá que seguir preguntándose por qué las inequidades crecen como setas, sin freno y sin solución realista y efectiva. Habrá que seguir escribiendo post como éste. 

lunes, 23 de junio de 2014

Ciencia, investigación, fondos públicos y capital privado: Rajoy en el CNIC

Esta entrada llega varios días tarde, no me da la vida... Pero ahí va. I+D+i. Público. Privado. Estos tres términos protagonizaron a mediados de este mes (el día 12, concretamente) la visita del presidente del Gobierno a un centro de investigación, concretamente el CNIC (Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares), uno de los más punteros de España. El motivo era la reunión del Patronato del centro.  

Mariano Rajoy estuvo acompañado deValentín Fuster, director del CNIC, y de una plana mayor de personalidades públicas vinculadas con la investigación sanitaria. Entre otros: Ana Mato, ministra de Sanidad; Pilar Farjas, secretaria general de Sanidad; Carmen Vela, secretaria de Estado de I+D+i; Javier Rodríguez, consejero de Sanidad de Madrid; Antoni Andreu, director del Instituto de Salud Carlos III...

El otro ala protagonista del acto fue el sector privado, el que forma el patronato de la Fundación ProCNIC, representantes de grandes empresas que han decidido vincular su nombre (y su dinero) con la investigación biomédica, y que completan el modelo de colaboración público-privada del que el CNIC y el Gobierno se muestran orgullosos. En el pie de foto que sigue tienes todos los nombres, incluidos los de los empresarios.

Rajoy, en el CNIC, con personalidades públicas y del mundo empresarial. Es aburrido, pero igual quieres saber quiénes son todos. Ahí va:
  Fila inferior. Emilio Botín, Presidente del Banco Santander. Valentín Fuster, Director General del CNIC. Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno.Ana Mato, Ministra de Sanidad. Luis de Carlos, Presidente de la Fundación Pro CNIC. Carmen Vela, Secretaria de Estado de Ciencia e Innovación, Presidenta del CNIC. José Manuel Entrecanales, Presidente de Acciona
Fila intermedia: Francisco de Bergia, Director de Asuntos Públicos de Presidencia de Telefónica. Luis Suárez de Lezo, Vicepresidente de la Fundación Repsol. Ignacio Garralda, Presidente de la Fundación Mutua Madrileña. Borja Prado, Presidente de Endesa. Ignacio Polanco, Presidente de Prisa. Antonio Huertas, Presidente de Mapfre. 
Fila Superior: Sergi Loughney, Director de la Fundación Abertis. Carlos Martínez Echavarría, consejero de la Fundación Ramón Areces. Don Fernando Gutiérrez, Adjunto al Presidente de BBVA. Don Jesús Echevarría, Director de Relaciones Institucionales de Inditex. Don Enric Banda, Director del Área de ciencia de la Obra Social La Caixa.

Espero que hayas sobrevivido el pie de foto. Sigo. De aquí en adelante, más cada año, y partiendo de que ya existe vinculación, la ciencia y la investigación biomédicas y sanitarias (no en particular: igual que otros ámbitos) dependerán muy mucho de la aportación del sector privado. A mí esto, per se, directamente y bien gestionado y evaluado, no me parece mal. Pero sí me fastidia indirectamente, porque significa que el sector público, la Administración del Estado, el que tú y yo ayudamos a pagar, no va a aumentar su apoyo económico a la ciencia y la I+D+i.

Para muestra de cómo está la situación, un botón. Uno de los titulares que dio Rajoy en su charla en el CNIC: La apuesta por la ciencia será clara una vez se estabilice la economía, y será pronto. De nuevo, palabras que esperan (desde hace myuchos años) hechos. Deja entrever lo que es imposible negar: aún no se ha apostado realmente por ello

Por ver el vaso medio lleno, los últimos Presupuestos Generales del Estado han aumentado los fondos para la I+D+i un 1,3 por ciento, en comparación con 2013, pero también se puede ver medio vacío. La Confederación de Sociedades Científicas Españolas (Cosce) cree que la aportación pública en ciencia e investigación se sitúa a niveles de 2002, y recuerda que, tras subir fuertemente hasta 2010, el número de investigadores en los OPI y universidades ha caído un 3-4 por ciento en los últimos años. Son sólo dos ejemplos: la realidad cuenta sobre este siglo XXI que, cuando se podía, no se confió en la I+D+i, y cuando llegaron las vacas flacas, tampocó se tiró de ella para aprovechar la criis y cambiar de modelo. Así nos va.

Evolución del gasto público en I+D+i, según datos del INE, entre 2002 y 2011. Entre 2011 y 2014 continuó la caída

Todo esto ya se sabe. Pero el acto del otro día en el CNIC fue una buena una metáfora de la situación. Al Gobierno le conviene, y bienvenido sea si la ciencia saca tajada de ello, estar codo con codo con las empresas líderes de todos los sectores. Vale. Pero ojalá Mariano Rajoy visitara de vez en cuando, y a menudo, el CSIC, el CNIO, el CRG, el CNB, el Cabimer, las universidades, los parques científicos... Hay motivos para hacerlo. Y también para fomentarlo. No logro confirmarlo del todo, pero podría ser la primera visita de Rajoy en sus dos años de Gobierno a un centro de investigación.

La visita al CNIC, muy mediática además, se produjo porque allí también estaban, entre otros empresarios, Botín, Polanco, Entrecanales... Dudo, y ojalá me equivoque, que se hubiera dado sin la presencia del Santander, el BBVA, Repsol, Telefónica, Endesa, Inditex...

Rajoy, Mato, Vela, Botín... hace unos días en el CNIC.
La foto es mía; iba a meterme en medio del círculo a preguntarles, pero me dio cosa...

No quiero ser demagogo ni torticero. No soy un fan acérrimo del dinero privado destinado a financiar lo que la pública debería y no puede/no quiere pagar, pero asumo que está en todas partes para quedarse y que, con el modelo actual, es necesario para que la ciencia y la investigación sobrevivan y, con suerte, crezcan (recuerdo un tema que escribí:  Dinero privado en I+D+i, una obligación aún dispersa).

Sé, además, que es el modelo que siguen la mayoría de países europeos. Y me alegra que tanto dinero tenga como destino la ciencia, pero no tanto si es a costa de que la pública recule y siga pensando en cosas como el ladrillo. La mentalidad sólo cambiará si la Administración confía de una vez en la investigación. Ahora me viene a la cabeza este otro tema que hice: La investigación y la rentabilidad: galones para el ámbito empresarial.

Un dato para acabar: España destina hoy día menos del 1,5 por ciento del PIB a la I+D+i. Más o menos, la mitad lo aporta la pública y la mitad la privada. Desde hace muchos años, el objetivo escrito sobre el papel, e incluso reclamado por la UE, era llegar al 3 por ciento. Hace un tiempo que España decidió que era tan inalcanzable, que lo rebajo al 2 por ciento. Pero ni por esas llegamos. Lo último es fijar la vista en 2020, y prometer que ese año se habrá alcanzado ese 2 por ciento.

Para hacerlo, en 6 años hay que crecer 6 décimas (una por año, por ejemplo). Eso sí, el Gobierno, por medio de los Ministerios de Economía y Hacienda, y a través de la secretaría de Estado de I+D+i, ya ha anunciado que el presupuesto público no crecerá apenas de aquí a 2020, y qUE el privado tendrá que duplicarse, pasando del 0,6 al 1,4.

Una última reflexión. Confiamos en que el dinero privado incierta el doble en ciencia e investigación, y quizá es mucho confiar. Lo hará si puede, en primer lugar, y si le interesa, en segundo, Como es lógico. Fiarlo casi todo a que las empresas saquen las catañas del fuego tiene sus riesgos... Lo iremos viendo en los próximos años.

Es una forma de verlo... hay que ver con humor casi todo en esta vida

PD: No puedo dejar de citar, hablando de ciencia e investigación, el premio que la Cosce le ha dado este mes a uno de los padres de la política científica en España, Emilio Muñoz. Ésta es una de las varias entrevistas que le he hecho en la última década. Siempre he aprendido de lo que me contaba. Sin duda, si hiciera un top-3 de mis entrevistados, Emilio estaría. Un grande.


Hasta la próxima...

martes, 3 de junio de 2014

Un granito de arena para #A1000Manos ;)

Éste es un post diferente. explicación previa: el proyecto #A4manos tiene ya casi año y medio de vida. Sus autores, @goroji y @rutroncal (apenas necesitan presentación), nos dan ahora la oportunidad de hacerlo global, nuestro, de todos, convirtiéndolo en junio en #A1000Manos. La idea es dar un impulso a la felicidad, propia y de todos: ahí va mi aportación.

Poco más que añadir...

Yo soy feliz en mi trabajo, cosa que no todo el mundo puede decir. Me quejo, y mucho, porque el que no llora no mama, y porque siempre he creído que la queja es principio de liberación, cambio y progreso. Idealista que es uno. A lo que vamos: el periodismo sanitario, de calle, teléfono, cara a cara, tecla y batalla, me hace feliz. No porque sea sanitario (a mi lo que me gusta es escribir, casi de lo que sea), sino porque puedo dar rienda suelta a lo que desde los 12 años es una vocación. He encontrado en la salud, la biotecnología y la política sanitaria un mundo periodístico que apetece vivir.

Hasta la carrera me hizo feliz. Es, en un 80 por ciento, una pérdida de tiempo y espacio mental, pero allí conocí a la que hoy es mi mujer, y a muchos de los que ahora cuento entre mis mejores amigos. Rompí con las ataduras de un colegio privado, manejé mi tiempo y mi espacio, disfruté, comí, bebí, trasnoché, madrugué... Y pasé tres años geniales en el periódico de la Facultad de Ciencia de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, como currito y como parte del equipo coordinador. Conocí gente maja y buena, y aprendí más que en las clases. Sí: el mus, las cervezas y las noches eran eternos compañeros de viaje.

                                     
                                                                                            Don´t stop me now...
                                                                 Me ha acompañado durante muuuchos años


Entre las prácticas que hice mientras estudiaba, los 4 meses que pasé de becario en La Razón, sección Espectáculos, los guardo entre los mejores de mi vida. Y eso que me pasé más de 100 días trabajando 10 horas, estudiando 6 y durmiendo las demás. Mereció la pena, y mucho: no me pagaron, lo cual me duele más ahora que antes, pero la experiencia fue más que recomendable. Aprendí mucho, de nuevo más que en la propia carrera. Empecé a hacer la calle, a quemar los teléfonos, a hacer aperturas... Y el día que me dejaron abrir la sección, y un espacio en la primera plana, con el 100 cumpleaños de Leni Riefensthal, me dio un subidón que aún hoy noto.

Cuando acabé la carrera, tuve la suerte de entrar a trabajar en un medio, Diario Médico, en el que sigo a día de hoy. No puede haber mejor ambiente de trabajo y redacción (aunque el paso del tiempo y el entorno de crisis del sector lo vaya minando), y he incorporado muchos y muy buenos amigos. No voy aquí a echar flores ni a tirar piedras al periódico a al grupo mediático que lo alberga, pero sí a decir que, diez años después, tras muchas alegrías y muchoss sufrimientos, me sigue llenando lo que hago. Crezco día a día, y siento que tengo un sitio que me he ganado. 

No quiero extenderme más. Escribir esto me ha hecho bastante feliz (aunque , y sólo espero empatizar con alguien que viva o haya vivido una situación similar, sea como periodista o en cualquier otro trabajo. No me queda más que desear suerte a #A1000Manos, a sus creadores y a todo el mundo que lo disfrute.

Pelead por ser felices, que hay que ganárselo...

Un ejemplo un poco extremo, pero que sirve:
la felicidad está más dentro que fuera